Y no es justo. Son los recuerdos más cercanos que tenemos, pero, recordar a alguien por esos años en los que fueron más vulnerables, no es justo, ni para ellos, ni para nosotros.
Hablo por mí. Porque llevo toda la noche pensando en ti, iaia, y a esta noche le precedieron otras. Porque para bien y para mal, me parezco tanto a ti…
Te quiero recordar por tus Nocheviejas de disfraces, en las que nos abrías tu armario y sacabas todo lo que queríamos. Y bailábamos, enloquecidas.
Me acuerdo de tus pintalabios y perfumes dulzones, que tomábamos prestados a escondidas de ese mueble de baño, como si nadie se fuera a dar cuenta cuando salíamos.
Recuerdo tu irreverencia, porque querías llamarte Lola pero tu nombre era Bienvenida, y lo conseguiste.
Recuerdo tu fortaleza en los malos momentos, y esa que usaste para coger al iaio en volandas y subirlo a autobuses que os llevaban a sitios bonitos. Porque eso os hacía felices.
Recuerdo que nos traías ollas, mantas, y miles de cosas que nos regalabas con muchísima ilusión, porque para ti regalar era mil veces mejor que recibir regalos.
Y recuerdo, las horas que debiste pasar para hacer a ganchillo colchas, servilleteros. toallas bordadas… y tantas cosas para las que nos dedicaste, a tu manera, mucho tiempo.
De lo demás, de lo malo, me acordaré también, pero no ahora. Y quizá, en algún momento, se olvide. Porque formó parte de tu personalidad, y nos dolió. Pero no podemos no perdonar. No podemos no comprender. No podemos no quererte por ello. Porque tu vida fueron muchos más años. Muy felices.
Te quiero iaia.
Deja una respuesta