
Hemos perdido la costumbre de tocarnos.
En esta semana una amiga me rozó una pierna,
se me erizó la piel
y la aparté inconscientemente.
Hoy he tocado a una amiga
por error
en un brazo.
Me he disculpado.
Una amiga de mi hijo
vino a casa.
Como parte de nuestro
círculo familiar.
Me abrazó.
Y ambas fuimos felices.
La sombra volvió cuando
les tuve q explicar que eso no
se podía
volver a hacer de momento.
Los niños están notando
la falta de contacto.
Yo no creo que pierdan
las ganas.
Como no las perderemos nosotros.
Volveremos algún día a ser los mismos.
A tocarnos y que nos siente bien.
Que no haya miedo
ni disculpas.
Que haya normalidad y punto.
Porque lo de la nueva normalidad
a la que nos estamos adaptando
ni es normalidad.
Ni es.
Deja una respuesta