
De no salir.
De acurrucarte entre el mullido cobijo de una manta.
De solo pensar.
Cuando no se habla, cuando solo se piensa, se piensa más. Y mejor.
O el edredón, escondida de la luz, del ruido. De todo.
Al calor sanador del hogar. De las caricias.
Es de día pero hago como que duermo. Y mi cabeza da vueltas a diferentes temas. Enlazando uno con otro.
Qué bonito sería poder estar así siempre que quisiéramos.
No sólo cuando estás enferma.
Deja una respuesta