
Brilla el sol y las calles se vuelven a llenar de gente.
Las terrazas llenas de mesas de cuatro, de gente compartiendo risas.
La extrañeza de las conversaciones, de las que hemos perdido la costumbre.
Preguntamos al otro qué tal y se encoge de hombros. ¿Y tú? Bien, todo bien.
Bien…
Estamos aguantando, esperando que llegue ese día en el que las conversaciones sean cotidianas, en las que no miremos cuántos hay en otra mesa…
Echo de menos el eco de otras risas en la mía.
El rastro de los abrazos en mi espalda.
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